La trama rusa y la teoría de la conspiración
El demoledor informe del fiscal Robert Mueller negando cualquier conexión entre la victoria del presidente estadounidense, Donald Trump, en las presidenciales de 2006 y el Kremlin despeja muchas dudas, a la vez que también arroja muchos interrogantes que el ciudadano medio, de EE.UU. o de cualquier otro país occidental, no puede obviar. La llamada ‘trama rusa’, a pesar de que el fiscal Mueller no lo mencione, fue una invención promovida por el Partido Demócrata de los EE.UU. y sus ‘mariachis’ mediáticos, desde la CNN hasta el New York Times, pasando por el Washington Post, con el fin de lograr fuera de las urnas lo que el electorado no le había dado, es decir, una victoria de Hillary Clinton.Y aunque la política de Donald Trump esté repleta de excentricidades, es el primer presidente de la llamada primera gran democracia en enfrentarse diariamente a tácticas golpistas de sus contrincantes. Para muestra, un botón. ¿Qué legitimidad o mandato tenían los individuos de su entorno que, como fue publicado en el libro sobre Trump de Bob Woodward, se dedicaban a esconderle informes o documentos para evitar que el presidente se saltara la línea oficialista definida por el ‘establishment’?
El informe de Mueller constituye un espaldarazo a la democracia y una bofetada a ese ‘establishment’ o clase dirigente, no salida de las urnas, que se mueve entre bambalinas, de manera opaca, para atender y servir los intereses de financieros, industria militar o de inteligencia y medios de comunicación.La teoría de la conspiración sobre la ‘trama rusa’ no sólo ha sido un juego político y oportunista de aquellos individuos que querían tumbar a Trump, pues lo que han conseguido es además desestabilizar la seguridad internacional y retroceder a momentos que nos trasladan a 30 o más años atrás. Que nadie olvide que buena parte de las sanciones que EE.UU., a través de su Congreso ha impuesto a Rusia desde 2017, tenían como fundamento la supuesta ‘trama rusa’ en las elecciones presidenciales del año anterior. ¿Va a levantar el Congreso de EE.UU. ahora la pena impuesta al país que preside Putin con la excusa de que el informe del fiscal Mueller desmonta la teoría de la existencia de cualquier conexión rusa con el entorno de Trump?Apuesto a que no, porque esa campaña de conspiración forma parte de una línea de actuación más amplia que persigue mantener la hegemonía de EE.UU. en el mundo y su liderazgo en el bloque occidental.
El ‘establishment’ estadounidense sabe que para tener a los europeos de su lado o, mejor dicho, bajo su sombra, no hay nada mejor que crearles un enemigo en sus narices con toda clase de juegos de artificio. La ‘trama rusa’ pone sobre la mesa también quién de verdad está detrás de las llamadas ‘fake news’. Es decir, los creadores de las noticias falsas han sido precisamente aquellos medios o canales de televisión que se han dedicado durante más de dos años a alimentar la falsa existencia de una conexión entre el Kremlin y Trump, pero como también han hecho con los falsos vínculos entre el Kremlin y el Brexit o los partidos euroescépticos.Y ya en nuestro país, han sido los medios ‘progres’, primos hermanos, del New York Times, de la CNN, el Financial Times o The Guardian, quienes se inventaron la teoría de la conspiración rusa en el ‘procés’. El gran problema es que a esa teoría ‘conspiranoica’ se fue sumando en España buena parte de la derecha política, la derecha acomplejada, incapaz de rebatir con argumentos sólidos a la izquierda política y cayendo en sus trampas. Una vez más.